domingo, 9 de enero de 2011

LA PROMESA DE JESÚS



¿Sabías que antes de separarse de sus discípulos Jesús hizo dos importantes promesas?
En primer lugar iba a preparar lugar a fin de volver a buscarlos.  Esta declaración entristeció a los discípulos, quienes hasta ahora no habían sentido la realidad de la separación.  Jesús iba al Padre para cooperar con él a favor de los discípulos. Esto no significaba una separación final. Pero, a ¿quién acudirían cuando Jesús no estuviese?
Él les afirmó: “yo os rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre” (San Juan 14:15) He aquí la segunda promesa de Jesús.  Los discípulos no quedarían huérfanos.  En el momento más impresionable de sus vidas, Cristo les mostró la venida del Espíritu Santo como la culminación de su obra terrenal.
Estas promesas son válidas para nosotros hoy, Jesús está preparando un lugar para nosotros donde nos llevará cuando vuelva a buscarnos, mientras vivimos aquí y lo esperamos, debemos hacer nuestra la segunda promesa,  la intervención del Espíritu Santo en nuestro favor.
Pero, ¿quién es este Consolador? ¿Es una fuerza, una energía o una Persona Divina?
Varios símbolos o emblemas utilizados por la Biblia tales como el viento, el aceite, el agua, el fuego y otros hacen que nos inclinemos a pensar en el Espíritu como un objeto o influencia impersonal.  
Pero, si le das una mirada a San Juan capítulos 14 al 16 encontrarás evidencias claras de su personalidad, tales como que:
  •   Jesús se dirige a Él y lo trata como una persona.
  •   Lo llama el Paracleto, título que solo puede ostentar un ser personal.
  •   La idea  de personalidad domina la construcción gramatical de sus oraciones.
  •   En los capítulos 14,15 y 16 de Juan se utilizan diversos pronombres personales aplicables al Espíritu.
  •  Cristo lo presenta como que enseña, habla, testifica, guía, escucha y declara.
Como si fuera poco,  en todo el Nuevo Testamento puedes encontrar pasajes que muestran que al Espíritu Santo se le pueden atribuir  cualidades, acciones y relaciones personales:
  •   Conocimiento:  (1 Corintios 2:11)
  •   Voluntad (1 Corintios 12:11)
  •   Mente (Romanos 8:27)
  •   Amor (Romanos 15:30)
  •   Comunión (2 Corintios 13:14)
  •   Se lo puede contristar (Efesios 4:30)
  •   Se le puede insultar y tentar.  Se le puede mentir (Hebreos 10:29,  Hechos 5:9, Hechos 5:3,4)
  •   Sentimientos (Romanos 8:26)
  •   Intercesión (Romanos 8:26-27)
Al menos yo con estas evidencias no tengo dudas de que el Espíritu Santo es una Persona Divina  que puede interceder, guiar, escuchar, gemir, y que está profundamente interesada en hablar a nuestro corazón.
Y vos ¿qué pensás?

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