Jesús les prometió a sus discípulos que les enviaría “otro Consolador”, el Espíritu Santo. Esta fue una de las promesas dada antes de su partida. Ellos esperaron en Jerusalén esa promesa. Mientras esperaban, estaban ocupados. ¿Ocupados en qué? El relato de Hechos dice:
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” Hechos 1:14.
Ellos oraron con intenso fervor. Sentían su necesidad espiritual y clamaban al Señor por la unción que los hiciera eficaces para salvar las almas. El Espíritu Santo vino en abundancia que alcanzó a todo corazón.
¿Será que hoy hay condiciones para recibir el don del Espíritu Santo?
En primero lugar recordemos que el Santo Espíritu es un “don”, lo que sugeriría que es dado incondicionalmente (Hechos 8:20; 10:45; 11:17). Además es concedido en cumplimiento de la promesa dada por Jesús (Hechos 1:4; 2:33).
Pero, la Biblia presenta algunas condiciones:
- Debe haber una entrega: nuestra vida debe estar vacía para que Él ocupe su merecido lugar. Nuestro corazón debe estar puesto en unidad con Cristo, y nuestra vida en armonía con su obra. Al respect Pablo dice:
- Debemos llevar una vida de obediencia: Dios vivirá sólo en el corazón que tenga la disposición de cumplir con la voluntad divina.
- Debemos tener fe:para creer que Dios acepta nuestra entrega y derrama la bendición. Pablo afirma que el Espíritu se recibe por el oír con fe (Gálatas 3:2,5)
De este pasaje se desprende otra idea:
- Para recibir el Espìritu hay que estar dispuesto a recibir la Palabra: el Espíritu habla a través de la Palabra, es el que inspira a la Palabra y nunca hablará separado de ella. Es irrazonable pretender oír la voz del Espíritu desconociendo la Palabra.
- Pedir al Espíritu en oración: así nos exhortó Jesús. (Lucas 9:9-11) y esa fue la experiencia de los discípulos en los días previos a Pentecostés.
¿Estás quitando todos los estorbos que impiden que el Espíritu Santo more en tu vida?. Te invite a que lo pienses…
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